Poner en marcha una empresa no es hacer un grupo de amigos. Es importante que haya una sintonía entre los socios,
pero muchas veces los proyectos empresariales funcionan porque se ha creado un equipo que es complementario.
Además, si las cosas van bien, y el grupo crece, habrá que incorporar nueva gente en la empresa, que ya
no es la misma que el equipo fundador. Por tanto, habrá que hacer normas escritas.
Ya no sirve aquello de que todos nos entendemos sin hablar. La empresa se va haciendo grande y ha de cambiar también la
actitud del gestor. De hecho la empresa es un organismo vivo, que se va transformando a lo largo del tiempo.
Estableceremos en este capítulo la relación de las necesidades de personal que va a requerir la empresa, incluyendo
una descripción de las personas si ya estuviesen determinadas, con la enumeración de sus responsabilidades y tareas.
Cuando ya se cuenta con una determinada persona para ocupar un puesto de responsabilidad es necesario describir en detalle su experiencia
profesional, su especialización en una determinada área funcional o en un sector determinado y una lista de sus logros a
lo largo de su carrera profesional.
Explicitaremos las categorías laborales, tareas a desempeñar, perfil o experiencia profesional requerida, convenio laboral
al que se acogen los trabajadores, número de trabajadores por categoría y puesto, estableciendo turnos de trabajo que garanticen
el correcto funcionamiento de la empresa, remuneración, determinando el coste total en nóminas, sin olvidar las obligaciones
fiscales, políticas salariales que contemplen ciertas remuneraciones variables, para que puestos , y con que criterios se calcularán,
detalle de las fórmulas de contratación.
Es recomendable diseñar un organigrama de la empresa por áreas de actividad y con las personas específicas, si existiesen,
en los puestos de responsabilidad gerencial. Podría, incluso, establecerse una política de formación y reciclaje.
Y por último, de dónde se van a seleccionar los empleados y si esta labor va a corresponder a los propios empresarios o se le van a
encargar a una empresa especializada, en cuyo caso deberemos fijar a cuál y el coste de la asesoría.
Como empresario, dirigimos a otros con el fin de alcanzar las metas de la empresa. Para alcanzar estas metas necesitamos ayuda, debemos estar
dispuestos a delegar en nuestro personal la autoridad y responsabilidad necesarias respecto al desarrollo de ciertas actividades. Delegar autoridad
y responsabilidad tiene sus riesgos.
Pero, lo cierto es que, si no queremos estancarnos, un personal capaz de lograr resultados y de asumir autoridad y responsabilidad será
indispensable. Únicamente si descargamos en otros algunas de las tareas que hacemos actualmente podremos dedicar más tiempo a actividades
de mayor importancia, como la planificación a largo plazo de nuevos productos o servicios.
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